h e l l o
goodbye
❝Hello, hello. I don't know why you say goodbye, I say hello❞

Black-Capítulo 1-

Ámbar hacía tintinear sus llaves una contra la otra con el paso de sus borcegos sobre el empedrado de la calle.

-Un capuchino-le pidió al empleado cuando ella llegó al bar. Se escuchó la campanita de la puerta. Ambar se dio vuelta. Era Dylan. A ella siempre le había gustado Dylan. No de una manera demasiado loca. Tampoco se ponía nerviosa cuando lo tenía al lado. Pero nunca le había hablado. Ni él a ella. Ella no era lo que podría decirse popular. Él tampoco. Dylan la saludó con un gesto en la cabeza. Ambar levantó suavemente la mano. El muchacho del bar le entregó el vaso de café. Ella lo miró sin intención de tomarlo.
Dylan la miró de reojo. Ambar levantó el envase y se apresuró a tomarlo. Dylan se rió de lejos y se acercó.
-Hola, Ambar.
-Hola.-le dijo ella mirando sacando sus ojos del café y poniéndolos sobre el chico de pelo marrón y ojos celestes.
-¿Cómo te fue en la prueba?

A Ambar le sorprendió la pregunta. No había estudiado nada, pero sólo se encogió de hombros.
-Qué suertuda.
-¿Yo?
-No, dejá.
Ambar agarró su cartera y se levantó.
-¿Ya te vas?-le dijo Dylan sonriendo.
Ambar se congeló en su posición. No sabía si quedarse o irse. Un celular la sacó de sus pensamientos, que, afortunadamente, fue el de él. Ambar lo saludó con la mano, agarró su café, le dejó el dinero en la mesa al mozo y salió del bar con su cartera negra y llena de pins. Estaban en pleno invierno y su bufanda acompañaba al viento en su curso. De vez en cuando le daba un sorbito a su café, a estas alturas, tibio. De repente, una chica de pelo ondulado, largo y rubio dobló la esquina. Traía puesta una minifalda y un suéter. Ambar la miró de pies a cabeza. Sí, estaba completamente loca. La chica la vio. Ambar se colocó de nuevo el café en la boca, aunque ya casi no tenía. Cuando bajó el vaso, vio a la chica parada frente a ella.
-Hola-saludó Ambar tímidamente.
La chica la miró de pies a cabeza también y terminó con una mueca.
-¿Qué tal?-le dijo.
Atrás apareció una chica que gritaba como una loca y corría a toda velocidad. La muchacha de pelo castaño se paró al lado de la rubia de minifalda.
-¡Ugh! ¿Y...esta?-dijo la recién llegada.
Ambar la odió. Creyó que le había dado un motivo a la rubia para decirle algo.
-No sé...yo la vi muy apurada, ¿adónde vas?-dijo Bianca, la rubia, muy amenzante.
-Dejame, Bianca.-dijo Ambar empujándola.
Bianca trastabilló y cayó en la carretera. Ella sintió que sus huesos se habían roto en el mismo momento y que el asfalto estaba tan frío que en ese instante hubiera deseado haber tenido un pantalón, por más odiosos que le parecieran. Carla, su amiga, giraba como una boba tratando de localizar a su amiga, la cual no había visto caer a la calle. En ese momento un auto negro dobló en la solitaria calle. Ámbar se dio vuelta. Carla se dio vuelta. Por desgracia, Bianca no fue capaz de abrir los ojos de tan mal que se sentía. Y no pudo salvarse. El auto siguió de largo y Bianca quedó tirada sobre un charco de sangre espesa, roja y brillante.