h e l l o
goodbye
❝Hello, hello. I don't know why you say goodbye, I say hello❞

Black-Capítulo 2

Carla lloraba a los pies de su amiga, tiñendo su suéter negro y su jean de un tono rojo intenso. Ámbar miraba su reflejo en el charco y no levantaba la vista. Sabía enteramente que era su culpa.
-Quiero pedirte una cosa-le dijo Carla con rastros negros por toda su cara.
Ámbar levantó su cara tímidamente.
-¿Qué?-dijo con un hilo de voz.
Al poco tiempo, ya estaba en el funeral de Bianca, al lado de mucha gente que lloraba desconsolada. Cuando el funeral terminó, Ámbar acompañó a Carla a su casa. Durante el camino, sólo se escuchaba el llanto de Carla y los truenos furiosos de la lluvia, que, un poco más tarde, iba a caer sobre la ciudad.

Ámbar llegó a su casa totalmente cansada. Afuera, las gotas golpeteaban contra el techo. Ámbar miró el reloj. Las ocho de la noche de un viernes lluvioso. Una linda frase. Ámbar agarró un lápiz y la escribió en un papel de un anotador viejo. Luego la pegó en la ventana. Se recostó en el sillón del living, arrullada por la lluvia torrencial que embellecía la negrura. Ámbar se incorporó. Corrió hacia su cuarto y tomó de nuevo el anotador. Esta vez estaba dispuesta a escribir un poema. Rápidamente, asió el abrigo blanco con capucha y un paraguas celeste y subió hasta la terraza. Ámbar se sentó en su antigua casa del árbol y miró un poco por la puerta. La lluvia era tentadora, así que volvió a salir, dejando el anotador en la choza. Lo que vio la sorprendió: la lluvia tenía un llamativo color negro. Miró su abrigo: estaba lleno de gotitas oscuras. Ámbar bajó las escaleras y entró en su casa. Se sacó el abrigo y lo miró atentamente. Sonó el teléfono. Ámbar tiró el abrigo en el piso de la cocina y fue a atender.
-¿Hola?-dijo ella.
-¿La viste?-era la voz desesperada de Carla.
-¿La lluvia?-dijo Ámbar.
-Sí, ¿viste el color?
-Sí, me asusté mucho.-Ámbar miraba para todos lados.
-Yo también. ¿Puedo ir a tu casa?
Ámbar dudó.
-Bueno.-dijo finalmente.

Ámbar fue a la heladera y agarró un café que había comprado el día anterior. Luego de calentarlo en el microondas, se sentó en el sillón del living y centró sus ojos en las palabras de un libro. De vez en cuando sorbía su café de a poco.

El timbre sonó.
-¡Pase!-dijo Ámbar sin sacar los ojos de las páginas.
Carla pasó con su abrigo rosa empapado de gotas negras.
-Hola-dijo ella visiblemente asustada.
-Holis-dijo Ámbar, sin mirarla.
-Te quería pedir un favor-dijo Carla, rumbo a la cocina.
-¿Qué?
Por única respuesta, recibió un grito que hizo que su café se derramara sobre sus calzas de color marrón chocolate.
Carla entró en el living con la piel pálida como un papel.
-¿Vos viste tu cocina?-dijo Carla con los ojos muy abiertos.
-No.-dijo con cara de dolor-Me quemé. ¿Qué tiene mi cocina?
-Vení-dijo Carla.
Ámbar la siguió.
-¿Cómo estás?-le dijo Ámbar en un momento.
Carla no le contestó. Y se le escapó una lágrima cristalina que resbaló hasta caer en la punta de las zapatillas Converse. Ámbar bajó la cabeza.
Cuando llegaron a la cocina, Ámbar miró el piso. Había un charco enorme de un líquido negro igual al de la lluvia, que cubría por completo al abrigo que alguna vez había sido blanco.
-¿¡PERO QUÉ ES ESTO!?-dijo Ámbar arrodillándose.
-No sé, Ámbar.-dijo Carla.
Ámbar puso la mano en el charco.
-¿Qué es?-dijo Carla.
Ámbar probó lo del charco.
-¡Ay, nena, qué asquerosa!-dijo Carla, riéndose.
Ámbar no le prestó atención
-No tiene gusto a nada-dijo Ámbar.-No sé que será.
-No creo que sea petróleo, ¿no?
-¡No! ¡Mirá si va a llover petróleo del cielo!-contestó Ámbar imaginando la escena.
Carla se quedó callada.
Sonó el teléfono.