h e l l o
goodbye
❝Hello, hello. I don't know why you say goodbye, I say hello❞

Black-Capítulo 3

-¿Qué pasa?-preguntó Carla aterrorizada.
-No sé...no es mi teléfono. ¿No es el tuyo?
Carla negó con la cabeza.
-¿No será el de la casa?-preguntó Carla.
-No...está acá-dijo señalando el teléfono que estaba en la pared.
-Entonces...-a Carla se le cortó la respiración.
Ámbar fue a su cuarto. En su cama, un teléfono blanco con puntos fucsias vibraba, se agitaba y sonaba. Carla casi se desmaya.
-¿Qué pasa?-le preguntó Ámbar al verla gritar.
-Que...ese...ese...ese es...el teléfono de...Bianca.-dijo Carla, tartamudeando.
Ámbar se puso pálida. Miró la pantalla del teléfono, que no dejaba de sonar.
¡Es Bianca!-gritó Ámbar antes de desvanecerse.


Ámbar abrió los ojos.
-¿Qué pasó?-dijo ella.
-No atendí-dijo Carla, poniéndole un pañuelo de agua fría en la frente.
-¿Por qué no?-se enojó Ámbar.
-¿Vos atenderías a un muerto que llama?-dijo Carla, conteniendo la risa.
Ámbar también se rió.
-¿Sigue lloviendo?-preguntó ella.
-Sí, y peor-dijo Carla.
Ámbar fue a su cuarto. El teléfono ya no estaba. Ámbar miró por la ventana. Se veía un cielo nocturno cubierto de nubes grises. Del cielo caían en picada millones de gotitas negras que terminaban en el suelo, tapizándolo de un color oscuro y sombrío.
-¿Qué hora es?-preguntó Ámbar de repente.
-Las nueve-dijo Carla.
-¿Vos tenés idea de por qué llueve negro?-dijo Ámbar.
-No.-dijo Carla, e hizo una pausa. De a poco iba esbozando una sonrisa-¡Vení!
Ámbar y Carla se subieron al auto. Sobre las ventanillas se amontonaban puntos negros que luego resbalaban y se perdían en la oscuridad del piso mojado. Ámbar miraba esa escena muy satisfecha. "La lluvia puede ser extraña"-pensaba-"pero es muy hermosa". Le hubiese gustado tener el viejo anotador para escribir eso.
Estuvieron horas en el auto, conduciendo por la ruta. Cada tanto se veían luces apagadas que se acercaban y se alejaban para perderse en la lluvia densa. Por la ventanilla, se empezó a acercar el paisaje de un cementerio.
-¿Por qué estamos acá?-dijo Ámbar.
Carla le sonrió y pisó el freno con su zapatilla Converse blanca. El auto se detuvo frente a las rejas negras del cementerio. Carla desabrochó su cinturón, cerró la puerta. Ahora no llovía, pero el piso estaba embarrado y las nubes no podían dejar de anunciar que volvería a llover dentro de unas horas. Ámbar miraba desconcertada a Carla. Esta le hizo una seña para que bajara. Ámbar obedeció. Sus borcegos salpicaban el líquido negro para todos lados, haciendo más charcos.
-¿Qué hacemos acá?-preguntó ella.
Carla puso los ojos en blanco.
-Para...buscar cosas.-dijo ella.
-¡Nena vos estás loca! ¡Estuvimos horas en ese auto de mierda para "buscar cosas"!-gritó Ámbar.
-No estoy loca. Algo me dice que la muerte de Bianca tuvo que ver con esto.-dijo ella.
-Sí, ya sé, nena, pero...no es la manera.-dijo Ámbar.
-Al contrario. Si está acá, las pistas van a estar acá.-dijo Carla, tratando de abrir la reja.
-¡Nena! ¡Basta! ¡No! Acá hay muertos, nena, no molestes.-dijo Ámbar.
-Dale, entramos y salimos.-dijo Carla.
Ámbar dudó.
-Está bien. Pero no por acá-dijo ella- Yo sé por dónde.
Carla siguió a Ámbar. A medida que se acercaban, la guía iba derramando lágrimas que se perdían entre charcos negros que tenían sólo huellas de ellas dos. Ámbar se detuvo en un lugar de la reja que tenía un agujero bastante grande.
-Pasá-dijo con un hilo de voz. Aunque estuviera oscuro se notaban sus ojos mojados.
Carla se agachó y pasó. Un poco más adelante había una bóveda que decía "Flia. Leya". Era la familia de Ámbar.
-¿Cómo lo conocías?-dijo Carla.
Ámbar cerró los ojos con fuerza. Una última lágrima rodó por su mejilla y terminó haciendo ondas en el charco que tenía a sus pies.
-Están mis papás.-dijo.
Carla se dio cuenta de que había hecho una pregunta errónea.
-Ah...-dijo ella.
-No, dejá.-dijo limpiándose la cara con la manga.-Estoy bien.
Se quedó callada. Nadie se movió.
-Ellos-retomó Ámbar-...murieron en un accidente de auto. Mi hermana estaba ahí.-Ámbar empezó a llorar.-Descubrí este lugar cuando los estaban enterrando.
Carla la abrazó.
-Estoy sola.-dijo Ámbar.
Carla la miró a los ojos.
-No estás sola.
Ámbar sonrió. En ese momento, una luz las iluminó.
-¿Quién anda ahí?