-Vamos-dijo Ámbar.
-¿Allá?-Dylan señaló el cementerio.
-Sí. Es la única opción que tenemos.-Ámbar lo miró-Este podría ser el final, ¿no?-sonreía.
Dylan rió.
-Sí...-dijo él-Podría ser.
Ámbar le dio la mano. Y entraron.
Estaban sentados en el frío piso de cemento de la bóveda familiar de Ámbar.
-La última vez que estuve acá...-Ámbar echó la cabeza hacia atrás-La luz rosada del día se asomaba por esa ranura...Ahora luchamos por seguir con vida.
-La vida es corta, Ámbar. Hay que vivirla.-Dylan le sonrió.
-Alguien tiene que hacerlo, ¿no?
Ámbar se acurrucó entre los brazos de Dylan.
-La última vez que estuve acá...-continuó Ámbar, pero susurrando-Encontré esto-le mostró el diario de su mamá.-No es hasta que te vas...que te das cuenta de que vida hay una sola. Y hay que hacer todo...
-Todo.
-Todo. Sin pensar. No hay suficiente tiempo. Mientras se piensa, se pierden oportunidades, besos, abrazos, amigos...La vida sigue su curso.
Dylan rió.
-Disfrutala.
Ámbar echó su cabeza para atrás.
-¿Creés en el futuro?-dijo Dylan.
-Sí...sé que existe, que está en algún lado. Que cada día se acerca para convertirse en un presente. Que el próximo segundo es un futuro en el que tal vez todo cambie, y que cada momento es valioso. Que el futuro tal vez vuelva con consecuencias de este presente, que la vida es un espejo. Que mañana la gente llorará y nadie va a oírlo. Que todos van a arrepentirse de lo que hacen ahora, porque el futuro se los devuelve. Y que nadie entiende que los únicos culpables son ellos mismos. Que son su asesino más letal.
-¿Qué es el futuro?
-Mañana. El próximo segundo. Lo que no ha pasado aún, pero pasará...
-Nada debe pensarse...el futuro sería aburrido.
Ambos permanecieron en silencio.
-¿Cuánto creés que nos queda?
-¿De vida?
-Sí.
-Poco. Cualquiera podría morir mañana. Cualquiera podría morir en diez años, veinte, treinta. Podrían quedarme cien años incluso, pero seguirá siendo poco para los millones de millones de siglos que le quedan al mundo.
Dylan volvió a sonreír.
-Por eso me gustás.
Ámbar miró los ataúdes de sus padres. Recordó que no estaban allí. Que sus cuerpos se habían perdido y quién sabe cuándo los recuperaría.
-Mis padres...-Ámbar se entristeció.
-¿Qué pasa con ellos?-preguntó Dylan.
-Se perdieron...no están aquí...Mariana tampoco.
-La muerte no es morir...la muerte es solo abandonar una vida para empezar otra.
Ámbar sonrió también.
-Toda esta amargura...todos estos años pensando que me abandonaron...sólo me hacía falta conocerte, para entender que la muerte es eso...que la vida sigue su curso. Que vida hay una sola para hacer todo, pero otra para arrepentirse, pero sentirse perdonado. Que hay que vivir la primera, porque la segunda no da nuevas oportunidades. Tiene un corte, pero no un fin. ¿No es así?
-Sí-asintió Dylan-Es exactamente así. La vida nunca deja de ser una sola. Vivimos para siempre. Pero apreciamos el mundo en sí sólo una vez. Sólo poco. Sólo lo poco que nos queda antes del final.
-No lo llames final. Llamalo comienzo.
Se quedaron en silencio, pensando.
-La vida es corta...es decir, esta vida. Es corta realmente. Hay que correr los riesgos. Animarse.
-Sí.
-Vamos afuera. No podemos seguir escapando. Hay que enfrentarse.
-¿Y si nos pasa algo?
-La vida es para vivirla. Prefiero vivir mis últimos momentos en batalla que vivir para siempre escondiéndome del peligro.
Dylan le dio la mano.
-No voy a dejar que lo hagas sola.
-No voy a dejar de recordarte, Dylan
Estaban sentados en el frío piso de cemento de la bóveda familiar de Ámbar.
-La última vez que estuve acá...-Ámbar echó la cabeza hacia atrás-La luz rosada del día se asomaba por esa ranura...Ahora luchamos por seguir con vida.
-La vida es corta, Ámbar. Hay que vivirla.-Dylan le sonrió.
-Alguien tiene que hacerlo, ¿no?
Ámbar se acurrucó entre los brazos de Dylan.
-La última vez que estuve acá...-continuó Ámbar, pero susurrando-Encontré esto-le mostró el diario de su mamá.-No es hasta que te vas...que te das cuenta de que vida hay una sola. Y hay que hacer todo...
-Todo.
-Todo. Sin pensar. No hay suficiente tiempo. Mientras se piensa, se pierden oportunidades, besos, abrazos, amigos...La vida sigue su curso.
Dylan rió.
-Disfrutala.
Ámbar echó su cabeza para atrás.
-¿Creés en el futuro?-dijo Dylan.
-Sí...sé que existe, que está en algún lado. Que cada día se acerca para convertirse en un presente. Que el próximo segundo es un futuro en el que tal vez todo cambie, y que cada momento es valioso. Que el futuro tal vez vuelva con consecuencias de este presente, que la vida es un espejo. Que mañana la gente llorará y nadie va a oírlo. Que todos van a arrepentirse de lo que hacen ahora, porque el futuro se los devuelve. Y que nadie entiende que los únicos culpables son ellos mismos. Que son su asesino más letal.
-¿Qué es el futuro?
-Mañana. El próximo segundo. Lo que no ha pasado aún, pero pasará...
-Nada debe pensarse...el futuro sería aburrido.
Ambos permanecieron en silencio.
-¿Cuánto creés que nos queda?
-¿De vida?
-Sí.
-Poco. Cualquiera podría morir mañana. Cualquiera podría morir en diez años, veinte, treinta. Podrían quedarme cien años incluso, pero seguirá siendo poco para los millones de millones de siglos que le quedan al mundo.
Dylan volvió a sonreír.
-Por eso me gustás.
Ámbar miró los ataúdes de sus padres. Recordó que no estaban allí. Que sus cuerpos se habían perdido y quién sabe cuándo los recuperaría.
-Mis padres...-Ámbar se entristeció.
-¿Qué pasa con ellos?-preguntó Dylan.
-Se perdieron...no están aquí...Mariana tampoco.
-La muerte no es morir...la muerte es solo abandonar una vida para empezar otra.
Ámbar sonrió también.
-Toda esta amargura...todos estos años pensando que me abandonaron...sólo me hacía falta conocerte, para entender que la muerte es eso...que la vida sigue su curso. Que vida hay una sola para hacer todo, pero otra para arrepentirse, pero sentirse perdonado. Que hay que vivir la primera, porque la segunda no da nuevas oportunidades. Tiene un corte, pero no un fin. ¿No es así?
-Sí-asintió Dylan-Es exactamente así. La vida nunca deja de ser una sola. Vivimos para siempre. Pero apreciamos el mundo en sí sólo una vez. Sólo poco. Sólo lo poco que nos queda antes del final.
-No lo llames final. Llamalo comienzo.
Se quedaron en silencio, pensando.
-La vida es corta...es decir, esta vida. Es corta realmente. Hay que correr los riesgos. Animarse.
-Sí.
-Vamos afuera. No podemos seguir escapando. Hay que enfrentarse.
-¿Y si nos pasa algo?
-La vida es para vivirla. Prefiero vivir mis últimos momentos en batalla que vivir para siempre escondiéndome del peligro.
Dylan le dio la mano.
-No voy a dejar que lo hagas sola.
-No voy a dejar de recordarte, Dylan