h e l l o
goodbye
❝Hello, hello. I don't know why you say goodbye, I say hello❞

Black-Capítulo 5

Ámbar conducía en la noche oscura y lluviosa. Las gotitas seguían agolpándose en el parabrisas. Carla bostezaba. Entraron en la ruta. El sol estaba preparándose para aparecer mientras que las chicas rezaban para que no lo hiciera.
-Ámbar-dijo Carla.
-¿Qué?-preguntó la conductora.
-Contame de tu familia...¿cuándo fue que murieron?-Carla se miró las zapatillas.
Ámbar no la miró.

-Ellos...murieron cuando yo tenía unos once años.-dijo Ámbar, tratando de no llorar.
-Pero...¿por qué no estabas con ellos?-preguntó Carla.
-Porque...-y empezó a sollozar.-Me peleé. No quise irme con ellos. Y después...murieron y yo no llegué a reconciliarme.
Carla se quedó callada.
Cuando llegaron, la tenue luz del sol que estaba por asomarse iluminaba el paisaje casi nocturno. Por suerte, la lluvia era más densa y no se podía ver casi nada.
-¿Estará el guardia?-preguntó Carla.
La pregunta no era adecuada, ya que por odas partes podían verse policías, guardias y demás.
-Seguime-le dijo Ámbar, temiendo que las encontraran.
Ámbar se movía lentamente por el suelo gris del cementerio. En un instante, estuvieron detrás de la bóveda de la familia de Ámbar.
-¿Qué hacemos acá?-le preguntó Carla.
-Vení-dijo Ámbar.
Ella se agachó y empezó a escarbar un poco. En el suelo, había una tapa de madera con forma cuadrada. Carla contuvo la respiración. Ámbar levantó la tapa de madera. Esta dejaba ver un agujero profundo y negro del que no se podía ver su fondo. Carla miró a Ámbar horrorizada.
-Tranquila-dijo-Yo sé adónde lleva.
Carla confió y se metió adentro con cuidado. Ámbar la imitó y cerró la puerta sin hacer demasiado ruido. Obviamente, ya no podía taparla con tierra.

El guardia tenía un perro atado con la correa. Éste olfateaba por donde había estado Ámbar.
-¿Encontraste algo?-dijo el hombre.
El perro siguió caminando con la nariz pegada al suelo cuando recibió un pinchazo en el hocico. El perro empezó a aullar.
-¿Y ahora qué te pasa, nabo?-le dijo el guardia.
El perro entonces, vio el pedazo de calza marrón chocolate enganchado en los espinos.

El agujero, en realidad era un túnel lleno de telarañas y polvo. Y era angosto, muy angosto. Las chicas gateaban sin ver bien hacia dónde. Carla iba al frente.
-¿No sería lógico que vos fueras al frente?-preguntó Carla enojada.
-Shhhh...Callate. No podrán vernos, pero las paredes son muy delgadas, nena. Acá escuchan todos.-dijo Ámbar.
Carla se quedó callada. De repente chocó con algo y frenó.
-¿Qué pasa?-dijo Ámbar.
-Choqué con algo.-dijo Carla frotándose la nariz.
-¿Con qué?-preguntó Ámbar.
-No sé, nena, no veo.
-Pero no sé, tanteá, qué se yo.-dijo Ámbar.
Carla estiró uno de sus brazos y pasó la mano.
-Parece una escalera, algo así.-dijo Carla-No sé por qué no trajimos linternas.
-Yo tampoco. Dale subí-dijo Ámbar.

El perro olfateaba ya muy cerca del túnel.

-¿Y eso?-preguntó Carla.
-Nos buscan. Dale, acelerá.
Carla empezó a subir. Las escaleras no eran de fierro, si no de cemento gastado, así que era bastante peligroso.
-Dale, nena.-dijo Ámbar.
-Pero no sé dónde estoy pisando. Además creo que faltan escalones.-dijo Carla.
Ella se agarraba de las paredes para no caerse. Entonces, uno de los escalones se desprendió, haciendo bastante ruido.

El guardia escuchó un sonido fuerte debajo de él y sintió que el piso vibraba un poco.
-¿Qué está pasando?-preguntó éste para sí mismo.

-Nena...-le dijo Ámbar, enojada.
-Bueno...-le contestó Carla.
Carla se golpeó la cabeza con algo.
-Ay! ¿Por qué me golpeo yo?-dijo ella.
-¿Otra vez te chocaste?-preguntó Ámbar.
-Sí...¿qué es esto?-dijo Carla.
-¡Ah, debe ser la puerta!-dijo Ámbar, gritando en voz baja.
-¿La abro?-preguntó Carla.
-No, quedémonos acá, mejor, ¿no?-le dijo Ámbar, irónica.
-Jaja.-dijo Carla, empujando la puerta de madera.
Carla terminó de subir los pocos escalones que quedaban y salió del túnel. Ahora empezó a subir Ámbar. Como ella ya tenía experiencia, terminó mucho más rápido y sin hacer ningún ruido.
-¿Qué es este lugar?-preguntó Carla.
-Esta es la bóveda de mi familia...pero por dentro.-dijo Ámbar.
-Sí, ya sé, pero, ¿por qué estamos acá?-preguntó Carla.
-Para escondernos. Para buscar cosas.-dijo Ámbar.
Cerraron la tapa entre las dos. Carla empezó a buscar, hasta que se dio cuenta de que Ámbar no estaba buscando.
-¿Qué pasa?-preguntó Carla.
Ámbar estaba llorando. Carla no volvió a preguntar. Entonces, pateó algo. Era un diario.
-Ámbar. Acá hay un libro. ¿De quién es?-preguntó Carla.
Ámbar se dio vuelta.
-Es de mi mamá. Dejame leer.
Entonces escucharon un ruido, un ruido como de alguien que, del otro lado del túnel, abría la puerta.