h e l l o
goodbye
❝Hello, hello. I don't know why you say goodbye, I say hello❞

Black-Capítulo 9

Ámbar estaba sumida en un profundo sueño desde hacía ya horas. Por sus venas corrían como arroyos delgados sangre negra como el azabache. Sus uñas, en sus dedos tremendamente contraídos sobre la tierra ennegrecida, se aferraban con fuerza al árbol. Hacía ya dos horas que diluviaba y ella ni siquiera estaba mojada. En su cabeza se presentaban siluetas negras de personas conocidas o desconocidas de tiempos más lejanos o más cercanos. Revoloteaban alrededor de su cabeza, le susurraban cosas al oído y luego se evaporaban dejando un humo oscuro, que luego se iba haciendo más espeso hasta ser una nube.

Carla intentaba dormir con la lluvia que golpeteaba en los vidrios. Sus padres ya sabían que estaba en la casa de Ámbar desde hacía dos días. Claro que por "un trabajo en grupo que les dieron". Jamás podría haberles dicho a ellos que estaban investigando sobre la muerte de tres personas y de la lluvia negra. Ella se dio cuenta de que Ámbar no había vuelto y eran las dos de la mañana.
-Imposible-se dijo-Iban a ir a Starbucks.
A los dos minutos ya estaba llamado a Ámbar al celular. Nadie atendía. Entonces se asustó. Pensamientos de lo más horribles empezaron a pasar por su mente. Sus ojos estaban fijos en la puerta a ver si llegaba. estaba nerviosa, muy nerviosa. Estuvo quince minutos así, jugando con su celular, pasándolo de su mano izquierda a su mano derecha, hasta que no aguantó más y marcó el 911.
-¿Hola?-escuchó Carla del otro lado.
-Sí, hola. Una amiga desapareció hace como siete horas. Se fue al Starbucks que lo tiene acá nomás, no pudo haber tardado tanto.
-Bueno, vamos a ver qué hacemos. Quedate tranquila. Buenas noches.
-Chau.
Carla cortó y se fue a dormir tranquila.

Domingo a la mañana
El despertador sonó a las nueve. Carla no había dormido bien pensando en su amiga. Fue a ver la cama de Ámbar. No había llegado todavía. Dio un suspiro largo de cansancio y se fue a tomar el desayuno. Se le antojaba un Nesquick. Abrió la alacena. No. Sólo café. Sacó el sachet de leche de la heladera y fue lo único que tomó. Ni galletitas, ni facturas, ni nada. Ámbar sólo tenía café.
-¿Cómo vive esta chica?-se preguntó Carla en voz alta.
Agarró su celular y llamó a Ámbar. Nada. No atendía. Suspiró de nuevo y agarró su cartera. Tomó las llaves de la casa y se sentó en el auto para ir a la estación de policía. Había hecho la denuncia a la noche y nadie había hecho nada.
-No es tan difícil ir ida y vuelta a Starbucks. ¿Qué carajo les cuesta a estos?-dijo Carla mientras encendía el auto.
La calle estaba desierta.
-Claro-se dijo-Decime a quién se le ocurre despertarse a las nueve un domingo.
El cielo estaba grisáceo y la calle negra. La lluvia de la noche anterior había sido muy intensa. Primero prefirió ir al Starbucks. En lugar de ir derecho, como había hecho Ámbar la noche anterior, dobló a la derecha dos calles antes. Los únicos clientes que estaban ahí eran un hombre con un café y una medialuna y una chica con el celular que tenía un frapuccino a medio tomar en la mesa. Carla se acercó al mostrador. El hombre con delantal verde, que estaba dado vuelta, se volvió y la miró.
-¿Sí?-dijo el muchacho, acercándose.
-No, nada. Quería preguntarle una cosa.
-Sí.
-¿Usted vio por acá a una chica con pelo cortito marrón y una bufanda cuadrillé?
-Mmmmmhhh...No sabría decirte.
-Una que siempre viene acá. Seguro la conocen.
-Mmmmhhhh, ¿Ámbar?
-Sí, esa. ¿Vino ayer a las siete?
-Ehhhh...no, no. Un chico preguntó por ella, pero no, no vino.
-Ah...
-¿Por qué? ¿Le pasó algo?
-Eh...no sé. Ayer vino acá a encontrarse con ese chico Dylan y no volvió.
-Uy...Es raro, porque con la lluvia...
-Sí...
Una chica rubia con pelo lacio hasta los hombros, ojos verdes y pecas carraspeó enojada.
-Disculpá, pero si no vas a pedir, andate.-le dijo.
-Esto es importante-le dijo Carla
-Sí, la lluvia es re importante, ¿no?
-Querida, no te metas.
-Pero yo tengo un curso de ingreso.
-Te felicito, andá tranquila que te cuido el lugar, eh.-ironizó Carla.
-Ni loca. Andate.
-Esto es un problema.
-ESTO es un problema. Ni pienso terminar limpiando pisos en McDonald.
-Nadie piensa eso.
-VOS no pensás.
Carla ahí se calló. Entonces se puso roja y agarró a la rubia de los pelos. La rubia empezó a gritar como una loca. Carla la tiró contra la mesa. La chica que tenía el celular se asustó y se fue. La rubia empezó a patear con sus tacos aguja.
-Mirá nena-le dijo entre dientes Carla.-Vos a mí no me vas a decir que no pienso porque por algo estoy en la facultad.
La chica siguió pateando con sus tacos aguja. La pateó justo en la nariz. Entonces llegó la policía. El chico la había llamado.
-Ah, claro. Por esto llegan y por una chica desaparecida no.-dijo Carla, agarrándose la nariz que sangraba.
-¿Quién está desaparecida? ¿Qué es eso?-dijo la rubia, golpeada.
-¿Eso? Más importante que tu "curso de ingreso".-dijo con voz burlona Carla.
La rubia, amenazante se acercó furiosa. La policía la agarró.

Durante su estadía en una celda, Carla se limpiaba la nariz y la rubia se agarraba la cabeza.
-No entiende, oficial. Tengo un curso de ingreso.-le decía al policía.
-Perdoná, nena. Vos te perdiste un cursito de cuarta pero yo perdí a una persona.-dijo Carla
-¡Qué responsable!-dijo la rubia.
-No es una nena, rubia.
-¿La querés empezar?
Carla se quedó callada. Al rato llegó la mamá de Carla.
-¡Ay, Carla! ¿Qué te pasó?-dijo la mamá
-Esta rubia fue lo que me pasó-dijo Carla.
-¿Quién es?
-No sé.
-¿Y te pegó?
-Sí, ma. En la nariz.
La mamá hizo una mueca de horror.
-Vamos-dijo ella conteniendo el susto.
-Pará un segundo.-le dijo.
Entonces se dirigió al oficial.
-Disculpe...yo ayer reporté la desaparición de una chica. ¿Hay noticias, novedades...?
-No, perdón. La llamamos si encontramos algo.
-¿Al menos se molestaron en mandar patrulleros a investigar?
-Vos quedate tranquila que lo vamos a resolver.
-Sí, seguro. AYER llamé. Hoy: ningún patrullero, ningún policía, nada. Mirá vos. Llegaron rapidísimo por una pelea, pero por una chica desaparecida...nada-Carla se enojó.
-Andá.
Carla se lo quiso agarrar a patadas.
-¿Y si yo te digo "Andá a revisar"? ¿Qué me decís?
-¡Carla!-la llamó su mamá.
El policía chasqueó la lengua. Estaba cansado de los reclamos de Carla. Ella se dio media vuela y se fue con sus papás a su casa. Mientras caminaban, a la mamá le saltó el tema del trabajo.
-¿Cómo va el trabajo ese que hacías con...con esta chica?
-¿Eh?-dijo Carla.
-¿Me estoy equivocando? Vos me dijiste un trabajo grupal.
-Ah, sí, sí. Justamente de eso hablaba con el policía.
-¿Del trabajo?-preguntó la mamá.
-No, no-se rió Carla.-De ella, perdón.
-¿Qué le pasó?
-Ayer...-Carla hizo una pausa porque estaba muy triste-...anoche, mejor dicho...desapareció.
-¿Cómo que desapareció? Vos no me estarás mintiendo, ¿no?
-No, mamá. Anoche salió con un chico y no volvió. Hice la denuncia, todo. Qué digo todo. Nada.
-Pero, ¿cómo vas a hacer el trabajo?
-¡Mamá! ¿Hay una chica desaparecida y vos pensás en esto?
-Problema de los padres...-dijo la mamá, no muy segura.
-No tiene padres. Se murieron.
La mamá se quedó callada.
-Voy a la casa de Ámbar.-dijo Carla
-¿Y el trabajo?-le dijo la mamá
-No hay trabajo. Te mentí.
Carla se alejó y se fue caminando hasta su auto. Adentro se miró al espejo: tenía la cara ensangrentada, el pelo despeinado y la ropa sucia. Se había peleado con su mamá, había terminado en una celda y su amiga había desparecido. Arrancó. Y se secó las lágrimas.
Entonces, doblando en una esquina vio la bufanda cuadrillé de Ámbar tirada junto a un árbol seco. Apurada, se bajó del auto. Miró a su alrededor para fijarse si estaba. No. Llamó a la policía.
-Hola, ¿policía? Llamo por la desaparición de Ámbar Leya.
-¿Quién?-dijo una señorita.
Carla se alejó el celular y empezó a maldecir con la mímica.
-¿Hola? ¿Señorita?-dijo la chica que esperaba una respuesta de parte de Carla.
-Sí, estoy acá.-dijo Carla-Yo anoche reporté una desaparición.
-Sí...¡Ah! Acá veo.
-Sí, qué bien. Bueno, quería hablar con algún oficial, por favor, porque acá encontré una pista.
Luego de aclarar todo, el agente le dijo que iban a investigar. Carla cortó y se dirigió a la casa de Ámbar. Cuando llegó, Ámbar estaba sentada tomando café.
-¡Nena! ¿Dónde estabas?-preguntó Carla enojadísima
Ámbar se encogió de hombros.
-Acá.
-No. Acá no. Te busqué por todos lados. Vos te fuiste al Starbucks con Dylan y no volviste.
Ámbar la miró con cara de no entender. Carla suspiró y sacó su celular para llamar a la policía.
-¿Hola? Quería cancelar lo de la chica desaparecida. La acabo de encontrar acá en la casa. Igualmente no recuerda nada de lo que pasó ayer. Bueno, bueno. Chau.
Carla cortó.
-¿Fuiste o no al Starbucks?-dijo ella
-No, nena. No sé qué hice. Ayer me acuerdo que iba a algún lado, pero con Dylan no me encontré ni fui al Starbucks. No sé qué pasó durante este tiempo.
-¿No te acordás?
-¡No sé!
Entonces, la mesa de café se arrastró rápidamente haciendo mucho ruido. El café se derramó dejando un charco marrón en el suelo frío. Carla se quedó atónita. Ámbar se enmudeció. Ambas se miraron. La dueña de la casa miró la mesita de café.
-¿Y eso?-dijo Carla.
Ámbar la miró y la mesita se arrastró rápidamente hasta estrellarse contra la puerta. Los vidrios se rompieron, la mesa también. Carla sangraba.
-¿Estás bien?-preguntó Ámbar.
-No...vos tampoco.
Ámbar se miró horrorizada. Sintió que tenía un poder sobrenatural. Y sí, lo tenía. Carla se miró las heridas. Luego de estar mucho tiempo callada, agarró su cartera y se fue.
"¿Qué clase de monstruo soy?", se preguntó Ámbar.