h e l l o
goodbye
❝Hello, hello. I don't know why you say goodbye, I say hello❞

Black-Capítulo 10

Carla tenía la pierna vendada. La mesita se había estrellado contra ella unas horas atrás, debido a los poderes misteriosos de Ámbar. Su pelo se encontraba recogido con un broche con una flor celeste. Se sentó a la mesa con su madre. Ninguna se animaba a hablar. Las dos estaban muy tensas aún por la pelea de la mañana.

Ámbar estaba sentada en el patio. Miraba el diario de su mamá tapada con una frazada y con una taza de café al lado.
-Mamá...¿por qué me dejaste sola? Papá, Mari...
Una gota redonda hizo ondular su café. Ámbar miró el cielo. Se estaba nublando y hasta ya caían un par de gotas. Se puso la manta violeta sobre la cabeza. Ya eran las once. Miró por la ventana. Se veían ya muchas manchitas de agua sobre el vidrio sucio. Tiró la frazada al piso y fue al baño. Se miró al espejo y se llevó las manos a la cara. Estaba mucho más pálida y sus ojeras eran mucho más negras. Se sacó las manos. Una sensación de frío le recorrió todo el cuerpo. Y de repente un dolor de cabeza insoportable. Sus pies caían sobre el piso frío de la casa y su frente pesaba. Se acercó al sillón y de desplomó con fuerza sobre él. Y cerró los ojos. Una multitud de sombras se presentó en su cabeza diciéndole que lo hiciera, sin saber bien qué. De repente, se encontró en su cuarto. La silueta de su madre con una mano en el picaporte le hizo acordar a cuando era niña. Se miró las manos. Eran increíblemente pequeñas, infantiles. Definitivamente soñaba.
-No lo hagas, Ámbar-le dijo su madre, cuyos rasgos se encontraban borrosos sobre un rostro negro e infinito.
Ámbar tuvo miedo. Esa voz era casi un eco en su cabeza de niña. Miró hacia abajo. No había un piso, sino un cielo estrellado que se abría en miles de galaxias y colores brillantes. Miró hacia arriba. Negrura nada más.
-No lo hagas-volvió a repetirle la silueta oscura que se dibujaba contra la luz blanquecina del pasillo.
Ámbar se bajó de la cama y se acercó a la silueta. Era algo transparente, casi un fantasma. Ámbar la abrazó. Pero su madre permanecía inmóvil, fría, sin siquiera mirarla con ojos inexistentes.
-Mamá...te extrañaba-le dijo Ámbar.
La sombra no le habló.
-¿Mamá?-Ámbar empezó a dudar.
-No lo hagas.
La silueta se empezó a hacer menos transparente, más espesa, y empezó a temblar.
-¡¡Mamá!!-gritó Ámbar.
La silueta se hizo más deforme, más delgada, más alta, un brazo más ondulado y corto y el otro largo hasta el piso, recto y duro.
-¡Hazlo!-le dijo un eco con distintas voces.
Ámbar gritó.

Se despertó transpirada. Miró nuevamente la hora. Eran ya las doce y diez. La cabeza le dolía aún. Tomó el collar de diamante. Empezó a brillar y sus manos se quemaron. En su cabeza una voz grave le dijo:
-Ámbar...posees ahora un poder infinito. Tienes el collar de diamante que controla el más allá y los poderes oscuros.
Sus ojos se llenaron de lágrimas oscuras.
-Tú eliges.
Ámbar ya no pudo hablar. Su angustia la superó.
-Eres poderosa. Recuerda a todas las burlas, tus padres que te abandonaron.
-No fue así.-dijo Ámbar con rastros negros sobre sus mejillas. El espejo de la sala voló sobre el humo negro y se estrelló contra la pared. Los fragmentos cayeron sobre el piso, dejando ver mil veces la escena de sus padres y su hermana alejándose en el auto y huyendo.
-¡No! No es posible, ellos me amaban.
-¿Cómo lo sabes?
Ámbar bajó la cabeza y miró el piso.
-Ahora puedes vengarte de todos ellos, porque ahora posees el poder de la maldad de todas las personas en tus manos.
Ámbar se quedó callada. La voz también. Los pedazos de cristal se juntaron de nuevo y el espejo volvió a su lugar original. Subió la cabeza y se miró en él. Esbozó una sonrisa maliciosa en su cara.
La tormenta se hizo más fuerte, más oscura, al igual que el cielo. Era el inicio de una nueva etapa para ella. Una etapa de magia. Magia "Black"