-Deberíamos irnos-dijo Pía en un susurro. Su pelo largo hasta la cintura se empapaba.
-No lo sé. Me gusta...aquí.-dijo Dylan sonriendo.
Pía lo abrazó.
-Estuvo bien...¿no?-le dijo Dylan a Pía.
Cerró los ojos.
-Sí. Algo.
Pero abrió los ojos mirando la lluvia que se hacía más potente.
-No...no estuvo bien.-dijo.
-¿No? Es decir...Carla...-Dylan estaba desilusionado.
Pía se acercó tímidamente. Lo tomó de las manos. Dylan sonrió. Ella lo miró con ojos profundos.
-Era...en serio lo que te decía. Yo soy...un espíritu.
Dylan miró hacia abajo y se puso bajo un balcón sacudiendo el pelo empapado y sosteniendo su abrigo verde.
-¿No me creés?-le preguntó Pía.
-No. Carla...
-¡No soy Carla! ¡Soy Pía! ¡Estuvo mal haberte besado!-se enojó.-Mirá-Pía se dio vuelta. Su cabello mojado era color marrón oscuro. Se alborotaba un poco con el viento, dejando caer un par de gotitas brillantes hacia abajo.
Dylan abrió mucho los ojos. Su pelo no era bicolor.
-Mirame bien.-dijo Pía dándose vuelta de nuevo.
Dylan se acercó. Ella se puso roja. Sus ojos eran mucho más profundos, diferentes. Sus labios y todo su cuerpo eran levemente transparentes.
-Carla no lo hubiera hecho.-dijo susurrándole. Él se quedó helado, no sabía si acercarse más o retroceder.
-¿Qué no hubiera hecho?-dijo él, mirándola a los ojos.
-Besarte. Yo tampoco debería haberlo hecho.-dijo bajando la vista.
Pía cerró los ojos y bajó la cabeza.
-Ya viene.-susurró.
-¿Quién?
Miró hacia arriba.
-Ámbar.
Ámbar estaba bajo la lluvia. Era Ámbar. En parte. Estaba yendo a la facultad. Y entonces, su parte oscura, que ya era su mitad (y debía ser un cuarto como máximo), oyó un sonido, como el de un alma. Era agudo. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Porque sabía lo que estaba haciendo. Lloraba. Mucho. Se sentía mal.
Se sentó en posición fetal abajo de un balcón -igual que Dylan-. Se tapó con la mochila los ojos. Una voz dentro de ella.
Recuerda el poder que tienes. No necesitas a ese chico. Puedes tenerlos a todos...con poderes oscuros. Pía. Ella es la culpable.
Ámbar se paró. Su pelo corto se empezó a mojar de a poco. Miró su reflejo en un charco. Sólo había una sombra. Y después nada.
-¿Y qué voy a hacer?-su voz sonaba algo grave.
Pía es un alma. Es mucho más poderosa que tú. Pero Carla...no vale nada. Su parte mala, ¿la conoces? No está en ella. Sólo está Pía aquí.
-No. No voy a hacerle eso. Pía tiene la culpa. No voy a vengarme de Carla. Ni de Pía.
Claramente era un espíritu. Nunca había conocido a Pía. Pisó el charco y lo hizo ondular. Miró a lo lejos. Cerró los ojos. Los abrió de nuevo. Ahora eran más oscuros, su piel más blanca y sus labios algo morados. Miró a lo lejos, de donde venía el sonido. Y fue hacia allá. Sus pies caían con fuerza. Sus lágrimas también.
-No hay mucho tiempo.-dijo Pía, oyendo el sonido.
Él miró la hora en su celular Sansung Galaxy S3. Tarde para ir a la facultad. Pía se iba rápido. Y sintió una mano en su hombro. Se dio vuelta.
Dylan.
Esbozó una sonrisa.
-Vamos.
Pía le sonrió de nuevo. Se quedó parada y lo miró fijo.
-Ey-le dijo sonriendo.
-¿Qué?-Dylan rió.
-No pasó nada, ¿ok?-Pía también se reía un poco.
Y se dio vuelta. Dylan estaba algo avergonzado. Pensó en Ámbar. Ella sí que era especial. Ella le gustaba en realidad. Pía era dulce, era perfecta. Pero eso la hacía inhumana. Era un espíritu. Era simplemente una ilusión, poco tiempo después dejaría de verla, volvería a estar dentro de Carla y todo sería normal de nuevo. Ámbar era única en cambio. No era igual a todas. Era la única que se le había acercado.
Los pies de Pía apenas tocaban el piso. De vez en cuando flotaban un poco.
-¿Adónde vamos?-preguntó Dylan.
-Nos estamos alejando. No es prudente estar cerca de ella.-no lo miró.
-Ah...-Dylan miraba el piso, tenía las manos en los bolsillos.
-Yo soy más grande que ella, más fuerte quizás. Pero la mitad de su cuerpo es maldad, y es peligroso. Mucho.-Pía se dio vuelta. Los ojos verdes de Dylan eran hermosos. Él sonrió tímidamente.
El sonido de black de Ámbar era más fuerte. Se acercaba mucho.
-Abrazame-le dijo Pía a Dylan.
Él la miró sin entender, pero lo hizo. Pía sintió calor. Lo miró. Sonrió.
Dylan abrió mucho los ojos. Su pelo no era bicolor.
-Mirame bien.-dijo Pía dándose vuelta de nuevo.
Dylan se acercó. Ella se puso roja. Sus ojos eran mucho más profundos, diferentes. Sus labios y todo su cuerpo eran levemente transparentes.
-Carla no lo hubiera hecho.-dijo susurrándole. Él se quedó helado, no sabía si acercarse más o retroceder.
-¿Qué no hubiera hecho?-dijo él, mirándola a los ojos.
-Besarte. Yo tampoco debería haberlo hecho.-dijo bajando la vista.
Pía cerró los ojos y bajó la cabeza.
-Ya viene.-susurró.
-¿Quién?
Miró hacia arriba.
-Ámbar.
Ámbar estaba bajo la lluvia. Era Ámbar. En parte. Estaba yendo a la facultad. Y entonces, su parte oscura, que ya era su mitad (y debía ser un cuarto como máximo), oyó un sonido, como el de un alma. Era agudo. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Porque sabía lo que estaba haciendo. Lloraba. Mucho. Se sentía mal.
Se sentó en posición fetal abajo de un balcón -igual que Dylan-. Se tapó con la mochila los ojos. Una voz dentro de ella.
Recuerda el poder que tienes. No necesitas a ese chico. Puedes tenerlos a todos...con poderes oscuros. Pía. Ella es la culpable.
Ámbar se paró. Su pelo corto se empezó a mojar de a poco. Miró su reflejo en un charco. Sólo había una sombra. Y después nada.
-¿Y qué voy a hacer?-su voz sonaba algo grave.
Pía es un alma. Es mucho más poderosa que tú. Pero Carla...no vale nada. Su parte mala, ¿la conoces? No está en ella. Sólo está Pía aquí.
-No. No voy a hacerle eso. Pía tiene la culpa. No voy a vengarme de Carla. Ni de Pía.
Claramente era un espíritu. Nunca había conocido a Pía. Pisó el charco y lo hizo ondular. Miró a lo lejos. Cerró los ojos. Los abrió de nuevo. Ahora eran más oscuros, su piel más blanca y sus labios algo morados. Miró a lo lejos, de donde venía el sonido. Y fue hacia allá. Sus pies caían con fuerza. Sus lágrimas también.
-No hay mucho tiempo.-dijo Pía, oyendo el sonido.
Él miró la hora en su celular Sansung Galaxy S3. Tarde para ir a la facultad. Pía se iba rápido. Y sintió una mano en su hombro. Se dio vuelta.
Dylan.
Esbozó una sonrisa.
-Vamos.
Pía le sonrió de nuevo. Se quedó parada y lo miró fijo.
-Ey-le dijo sonriendo.
-¿Qué?-Dylan rió.
-No pasó nada, ¿ok?-Pía también se reía un poco.
Y se dio vuelta. Dylan estaba algo avergonzado. Pensó en Ámbar. Ella sí que era especial. Ella le gustaba en realidad. Pía era dulce, era perfecta. Pero eso la hacía inhumana. Era un espíritu. Era simplemente una ilusión, poco tiempo después dejaría de verla, volvería a estar dentro de Carla y todo sería normal de nuevo. Ámbar era única en cambio. No era igual a todas. Era la única que se le había acercado.
Los pies de Pía apenas tocaban el piso. De vez en cuando flotaban un poco.
-¿Adónde vamos?-preguntó Dylan.
-Nos estamos alejando. No es prudente estar cerca de ella.-no lo miró.
-Ah...-Dylan miraba el piso, tenía las manos en los bolsillos.
-Yo soy más grande que ella, más fuerte quizás. Pero la mitad de su cuerpo es maldad, y es peligroso. Mucho.-Pía se dio vuelta. Los ojos verdes de Dylan eran hermosos. Él sonrió tímidamente.
El sonido de black de Ámbar era más fuerte. Se acercaba mucho.
-Abrazame-le dijo Pía a Dylan.
Él la miró sin entender, pero lo hizo. Pía sintió calor. Lo miró. Sonrió.