Dylan también le sonrió. Sus hoyuelos la hicieron reír.
-Te quiero-le dijo él.-Y espero que cuando vea a Carla me acuerde de vos. Aunque esté con Ámbar.
Pía miró el suelo.
-Estamos escapando...de Ámbar...de nosotros. Yo del mundo real. Te quiero-Pía lo miró fijo.-Pero eso no significa nada de alguien que jamás podrá volver a experimentar sentimientos propios.
-Eso...para mí significa mucho. Soy la primera persona que amaste.-Dylan sonrió-Voy a esperarte para siempre...y si no te encuentro, por lo menos voy a saber que fui amado por vos.
-No creo que vaya a volver a amarte. Dentro de...-Pía ahogó lágrimas.-Carla, ¿entendés?
Pía se desplomó sobre Dylan.
-Te amo-le susurró.-Por ahora.
Dylan la abrazó con fuerza.
-Todo es por ahora. Nada es para siempre. Todo tiene un fin. Yo voy a recordarte hasta la muerte, aunque solo te tenga veinticuatro horas.-él la soltó y la miró fijo. Sus ojos celestes y profundos lo hipnotizaban. Le limpió las lágrimas frías que pendían de sus pestañas.
Pía sonrió.
-Vamos.
Dylan también sonrió. Le tomó la mano.
-Vamos.
Ámbar caminaba hacia donde estaban ellos. Oía cada palabra que decían. Oyó a Dylan diciendo que nada era para siempre. Se sentía traicionada. Se sentía engañada, triste. Vio su reflejo en una ventana. La calle estaba desierta totalmente.
-Yo creí que te iba a amar para siempre. Pero tenías razón. Nada es para siempre. Todo acaba una vez. Lo infinito siempre tiene un fin. Éste lo acabo de encontrar. Me encuentro llorando por alguien que no me merece, por alguien que no puede apreciarme, que prefiere algo que no existe en lugar de alguien real, alguien que conoce desde hace años y que nunca fue capaz de ver realmente. Si me amaste, no lo supe, Dylan, pero creo que nunca lo sabremos. Porque hoy renuncio a todo lo que recuerde de vos. Hoy renuncio a seguir queriéndote y a seguir sufriendo por tu amor falso, renuncio a tus mentiras, a las ilusiones que plantaste en mí. Espero que seas muy feliz persiguiendo a alguien que pronto va a olvidarse de vos, alguien que no te amó durante tantos años. Amarte fue en vano, pero, aunque sé que Pía pronto va a dejar de formar parte de tu vida, no puedo evitar pensar que nada va a ser lo mismo entre nosotros dos, aunque me ocultes toda la vida que estuviste con ella, yo voy a seguir recordando esto.-Ámbar le hablaba a su reflejo.
Se miró bien. Estaba horrible. Sus mejillas estaban frías.
-No necesito venganza para darle una lección a Dylan. Yo sé que sus intenciones no fueron malas. Me ilusionó, y lo más probable es que hasta ese momento todo hubiera sido real. La gente más perfecta que yo, sé que existe. Y él la encontró simplemente. Aunque ni siquiera sea una persona...
Así que...¿renunciás a tus poderes oscuros?
-Eso...sí. Renuncio.
Acto seguido, Ámbar arrojó el diamante al suelo. Se quebró con fuerza en ciento dos pedazos negros.
Pía oyó un sonido horrible en su vuelo etéreo y agraciado. Sintió una puñalada al corazón. Ella y su acompañante cayeron en picada al suelo desde metros y metros de altura, desde las nubes levemente rosadas hasta el asfalto mojado. Pía no abría los ojos y la cabeza de Dylan sangraba.
-Pía...no te mueras. Por favor te lo ruego. Soy capaz de esperarte siglos y siglos, toda mi vida, pero por favor, Pía, te amo.-Dylan lloraba a sus pies.
Pía permanecía inmóvil. El cielo empezó a plagarse de nubarrones negros y una neblina oscura empezó a apoderarse del aire.